Carlos VII y su tiempo

Carlos VII resume y personifica la resistencia de la España tradicional, igual que en la Independencia, en la campaña realista y en las dos primeras guerras carlistas, a admitir formas y sistemas políticos de base antirreligiosa y centralista. Su vida es una novela. Para las buenas gentes de antaño, el paladín de la buena causa que se anuncia con himnos y canciones. Y en la crónica romántica del más viejo partido político de Europa, Carlos VII representa para sus seguidores y sus admiradores, el conjunto de todas las excelsitudes y nostalgias de una España ideal. Aún para el hombre de nuestro tiempo, estos mitos antiguos tienen algo de fabuloso y respetable que es necesario conservar. El conde de Romanones escribió: “el tipo de carlista constituye un caso único, singular y digno del mayor respeto por las profundas raíces de su convencimiento y por la firmeza de su fe; de su fe ciega, que no quebrantan las mayores y más definitivas derrotas, que hoy, como ayer, y como entonces, permanecen incólumes, esperando a su verdadero rey, como los judios, a través de los siglos, aguardan a su Mesías. Vida, hacienda, afectos los más queridos, el carlista está siempre dispuesto a sacrificarlo todo por la causa”.